jueves, 7 de enero de 2010

A modo de prefacio

Poco más tengo que añadir a lo dicho en La piedra de Sísifo. La necesidad de llevar unas anotaciones sobre mis primeros pasos en el mundo de la bibliofilia me han obsesionado tanto en los últimos tiempos que me he visto en la necesidad de abrir este espacio más como vía de comunicación, aunque sea conmigo mismo, que como desahogo.

Tanto el título del blog como la dirección dan una idea de lo que pretendo. Los libros de bolsillo, hoy en día, está relativamente menospreciados frente a las ediciones de lujo, de pasta dura, con forros y bonitas encuadernaciones. No me interpretéis mal, no quiero decir que los libros de bolsillo se consideren peores, pero estoy seguro de que si alguien tiene que hacer un regalo a un padre, a un hermano o a un amigo, siempre elegirá la edición más cara. Es normal, siendo la edición de bolsillo más barata, algo que ya se comprueba en la estrategia de todas las editoriales. Si un libro modestamente editado tiene tirón sale rápidamente en edición de lujo; en cambio, los libros que se supone que van a tener ese tirón de antemano salen primero en edición de lujo y una vez que ya se ha agotado el mercado de compradores se pasa a la más asequible edición de bolsillo.

Y aunque me he declarado como bibliófilo perdido se da en mí una curiosa paradoja. De momento las ediciones de lujo no me interesan lo más mínimo. Si el texto es el mismo prefiero mil veces la edición de bolsillo, que es más práctica, manejable y discreta. Los lujos los prefiero en el contenido. Me da igual (ya digo que de momento, quizá mañana cambie) la calidad del papel, de la tinta, la presentación y todos esos detalles que hacen que el precio del libro se incremente. Mi bibliofilia es muy concreta.

Lo que de verdad me interesa, lo que me quita el sueño por las noches, lo que me tiene absolutamente enamorado, son las primeras ediciones. Y no todas. Muchas de ellas, primerizas, son discretas, deslucidas, de baja tirada, para que la editorial no corra riesgos. Esas son las más valiosas, porque cuando el escritor se consolida las tiradas son mayores y el libro pierde su carácter de singularidad. Pero tiempo habrá para que me detenga en por qué esta obsesión por las primeras ediciones. Sólo decir que rebuscar durante horas en una librería de viejos y encontrar algo es una de las mayores satisfacciones que me ha proporcionado la vida.

El otro sentido del título del blog se refiere a mi condición de bibliófilo. Hace poco tiempo que lo soy, primero tímidamente, ahora declarado de forma pública. No tengo conocimientos ni preparación específica de bibliófilo. No sé nada de tasación. No he hecho cursos ni he leído libros (todavía). Lo poco que sé de bibliofilia lo he ido aprendido de forma autodidacta. De hecho, este blog nace como un intento más de completar mi formación, aclarar ideas, obligarme a estar más metido en el mundillo, etc. Pero ante todo, y por encima de todas las cosas, quiero dejar bien claro (y por eso lo repito) que hablo desde la humildad de quien está aprendiendo. Yo soy como uno de esos libros de bolsillo, no puedo acceder a todos los libros que me gustaría comprar porque tengo un sueldo normalito y una vida normalita que se come gran parte. Frente a esos bibliófilos de lujo que compran ediciones del siglo de oro o manuscritos autografiados, yo sólo puedo adquirir los libros que mis posibilidades me permiten.

Vaya por delante la infinita pasión que siento hacia los libros.

1 comentario:

  1. Enhorabuena, Alejandro, tanto por tu pasión de bibliófilo como por la puesta en marcha de este blog. Me encanta la fotografía de tu perfil. Es genial.

    Un abrazo

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