Barrio de Chiado en Lisboa
Mañana Rosa y yo nos vamos unos cuantos días a Lisboa. Es la segunda vez que visitamos la capital portuguesa, esta vez con más calma, para disfrutar de una ciudad que en una primera visita casi fugaz nos deslumbró con su encanto. Vamos con la intención de conocerla a fondo, lo que por supuesto incluye un paréntesis para dedicarlo a librerías.
Según he leído, Lisboa es algo así ―o por lo menos lo ha sido― como una ciudad mítica para bibliófilos y amantes de los libros. El lugar por excelencia de las librerías de viejos es el histórico y bohemio barrio del Chiado. En un radio alrededor de la plaza Luis de Camoes se pueden encontrar más de una docena de librerías llenas de encanto. Pequeñas y destartaladas, algunas de ellas sin letreros siquiera, de horarios irregulares, casi a capricho de sus propietarios, los célebres «alfarribistas» lisboetas. Entre todas esas librerías, a veces minúsculas, destaca la librería Bertrand, que es por supuesto una visita obligatoria.
Además de las librerías, los mercadillos de libros son un importante punto de encuentro entre libreros y bibliófilos. El martes y el sábado es la Feira de Ladra (Feria de la Ladrona) en el Campo de Santa Clara, muy cerca de Sao Vicente de Fora. Los sábados además hay un mercadillo en la Rua da Anchieta, junto a la librería Bertrand y frente al café A Brasileira. Los domingos la cita es en la Rua Garrett. Tienen todo el encanto de los rastros, con montones de libros amontonados, desordenados, dispuestos para bucear en ellos en busca de algún hallazgo, en ocasiones primeras ediciones del siglo XIX y libros en español, de la generación del 98 y de la generación del 27, por ejemplo. No hay que olvidar que Ramón Gómez de la Serna vivió durante algunos años en Estoril y que por necesidades económicas se vio obligado a vender su librería a precio muy bajo, por lo que todavía circulan libros de amigos suyos dedicados al creador de las greguerías.
A Lisboa, desde luego, voy con las ideas bastante claras de lo que busco. Estoy seguro de que, por lo menos, voy a volver con un par de libros, a los que les tengo el ojo echado desde hace algún tiempo. No descarto, por supuesto, encontrar algún otro libro interesante, aunque tengo que recordar que no es ese el objetivo principal del viaje. A la vuelta os digo cuáles son estos libros y si los he conseguido.
Según he leído, Lisboa es algo así ―o por lo menos lo ha sido― como una ciudad mítica para bibliófilos y amantes de los libros. El lugar por excelencia de las librerías de viejos es el histórico y bohemio barrio del Chiado. En un radio alrededor de la plaza Luis de Camoes se pueden encontrar más de una docena de librerías llenas de encanto. Pequeñas y destartaladas, algunas de ellas sin letreros siquiera, de horarios irregulares, casi a capricho de sus propietarios, los célebres «alfarribistas» lisboetas. Entre todas esas librerías, a veces minúsculas, destaca la librería Bertrand, que es por supuesto una visita obligatoria.
Además de las librerías, los mercadillos de libros son un importante punto de encuentro entre libreros y bibliófilos. El martes y el sábado es la Feira de Ladra (Feria de la Ladrona) en el Campo de Santa Clara, muy cerca de Sao Vicente de Fora. Los sábados además hay un mercadillo en la Rua da Anchieta, junto a la librería Bertrand y frente al café A Brasileira. Los domingos la cita es en la Rua Garrett. Tienen todo el encanto de los rastros, con montones de libros amontonados, desordenados, dispuestos para bucear en ellos en busca de algún hallazgo, en ocasiones primeras ediciones del siglo XIX y libros en español, de la generación del 98 y de la generación del 27, por ejemplo. No hay que olvidar que Ramón Gómez de la Serna vivió durante algunos años en Estoril y que por necesidades económicas se vio obligado a vender su librería a precio muy bajo, por lo que todavía circulan libros de amigos suyos dedicados al creador de las greguerías.
A Lisboa, desde luego, voy con las ideas bastante claras de lo que busco. Estoy seguro de que, por lo menos, voy a volver con un par de libros, a los que les tengo el ojo echado desde hace algún tiempo. No descarto, por supuesto, encontrar algún otro libro interesante, aunque tengo que recordar que no es ese el objetivo principal del viaje. A la vuelta os digo cuáles son estos libros y si los he conseguido.
Ay, querido amigo, que se me han pasado dos entradas tuyas sin haberte firmado... MIL PERDONES, oh, Genio de los genios!
ResponderEliminarBuen viaje a Portugal y buena caza de libros!
Un fuerte, fortísimo abrazo, Alejadro
La que menos me gustó fue la Bertrand, la verdad... Me quedo con ese viejo librero del Chiado, de sonrisa amable y mirada alegre, que nos permitió pasearnos con descaro por su pequeña librería.
ResponderEliminar¡Conseguiste a Saramago! Algo es algo.
Es curioso, cuando se viaja a una ciudad, cada quién tiene su cosa favorita e ineludible. Cuando yo viajo, siempre pregunto si hay algún teatro, aunque sea el pueblo más chico de la historia de los pueblos chicos. Mi padre, por ejemplo, visita las plazas de abasto y los mercados; Cózar los cementerios...cada loco con su tema. Me alegra que hayáis disfrutado tanto de una de las ciudades más bonitas de Europa.
ResponderEliminarEn realidad lo del gusto por visitar librerías es muy reciente, desde que me abrí este blog. Pero vi que en uno de los blogs enlazados que tengo hacían algo parecido y me encantó la idea.
ResponderEliminarTengo que decir que Lisboa me ha vencido libreramente hablando. Es la primera vez que me pasa pasar por delante de una librería de viejos y no querer entrar dentro. Lo de los alfarrabistas es tremendo, hay tantas librerías que es imposible visitarlas todas en un solo viaje.